Una organización local participa en la COP27

Ene 10, 2023

El cambio climático y la crisis socio-ambiental son una amenaza existencial para la humanidad. El papel de las personas, comunidades y organizaciones defensoras es vital para la búsqueda y la construcción de soluciones. En esto coinciden todas las declaraciones ambientales modernas, desde Río de Janeiro en 1992, hasta el más reciente acuerdo interamericano de Escazú, y esto ha sido así por las luchas, resistencias y diálogos en las selvas, montañas, pueblos y ciudades de las venas abiertas de Latinoamérica y del mundo.

A pesar de la presencia de estas afirmaciones en acuerdos y promesas de campaña, las omisiones y ataques contra la tierra, las personas y la vida, siguen como retos que no están superados. El modelo actual de desarrollo no da para más, si es que queremos vivir hoy y mañana de una manera digna. Por eso el cuestionamiento, la promoción de los derechos y la protección del medio ambiente son más importantes que nunca. Más cuando vemos cómo los supuestos compromisos de solución, siguen saliendo solo desde los púlpitos de los ministros, presidentes y CEOs globales y vienen aparejados de anuncios de megaproyectos por decenas de millones de dólares en inversiones que no respetan los derechos de los pueblos.

Se trata de proyectos que prometen soluciones a los problemas del “atraso”, “desempleo” y ahora “cambio climático”, pero que se hacen desde las torres de marfil por quienes no escuchan, ni conocen a las comunidades, sus territorios y sus necesidades. Luego, cuando fracasa la implementación de los proyectos, vienen los toletes y tanquetas y, si la resistencia persiste, vienen los militares o paramilitares para limpiar el territorio por el “bien común y del desarrollo”.

Ante este contexto, la única alternativa para quienes trabajamos en las comunidades es trabajar en red, cuestionar y elevar la voz siempre.  Para Tsikini esa es una idea fundacional. Por eso buscamos formar parte de coaliciones, hacer alianzas y participar en todos los espacios de discusión a nuestro alcance: comunales, nacionales e internacionales. Ejemplos de las alianzas que hemos forjado son Climate Action Network y Environmental Law Alliance Worldwide, que han sido fundamentales para poder llegar a espacios como las conferencias de la ONU, sumar a nuestros procesos locales, y sentarnos en las mesas con los grandes capitales y los estados nación.

Crédito: Eduardo Mosqueda

Hubo un trabajo previo a la participación en la COP que nos permitió llegar con objetivos claros y con la experiencia que respaldara  nuestros planteamientos. Antes de la conferencia hicimos un análisis de los retos que tiene nuestra organización y definimos cómo la COP podía ofrecernos oportunidades para potenciar soluciones. Por ejemplo, logramos tener reuniones con relatorías especiales de la ONU, con Soledad García Muñoz Relatora Especial sobre Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales y una reunión bilateral con la representación de México en la COP 27. Durante la conferencia también forjamos vínculos de colaboración para comunicaciones especiales y medidas cautelares, en materia de justicia social, ambiental y climática.

Para nosotros fue muy importante participar en el panel sobre el reconocimiento de los derechos inherentes de la naturaleza, como un paradigma universal en la defensa de la madre tierra. Ahí pudimos intercambiar ideas con grandes exponentes y personas aliadas como Atossa Soltani del Tribunal Internacional de Derechos de la Naturaleza; Patricia Gualinga de la Comunidad Kichwa Sarayaku que expuso su caso en Ecuador; Christina Voigt de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza. Coincidimos en que el reconocimiento de los derechos de la naturaleza viva, es necesario para lograr su conservación, así como para la mitigación y adaptación frente al cambio climático.

Crédito: Eduardo Mosqueda

Asimismo, participar en la COP nos permitió aprender de viva voz sobre casos exitosos de campañas en otros países. Particularmente valioso para el trabajo que hacemos en Tsikini fue un panel sobre el reconocimiento del aire de calidad como un derecho humano. Ahí las experiencias de países asiáticos nos muestran una ruta clara que ha derivado en mejoras sustanciales después de 10 años.  Son lecciones que nosotros podemos aplicar para nuestros cielos cada vez más opacos. 

En la COP 27 hicimos además de alianzas, muchas amigas y amigos y esto, sin duda, nos ayudará a cumplir con objetivos de nuestra organización como son: la visibilización internacional, la articulación con otras organizaciones e instituciones y el aprendizaje de buenas prácticas. A partir de esta conferencia confirmamos que es esencial seguir trabajando de la mano de otras organizaciones de base y personas defensoras con quienes compartimos una visión.  Es así cómo podemos llegar al mejor de los mundos posibles, reconociéndonos como parte de una comunidad global, pero construyendo desde lo local.

Hasta que la dignidad se haga costumbre.

 

Eduardo Mosqueda

Director Ejecutivo Tsikini A.C.

Tsikini.org

 

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